31 oct 2017

ROMA CLÁSICA.

En los últimos años del Imperio Romano era común escuchar decir entre las gentes cultas que cuando Roma cayera, el universo caería con ella.
En aquellos tiempos Occidente sufrió vastas migraciones de pueblos, mareas desmesuradas e imparables de poblaciones provenientes del mundo mediterráneo (germanos, árabes, eslavos, vikingos) pero ¿qué originó tan enormes desplazamientos? de seguro los motivos fueron varios: nuevas tierras, riquezas, motivación religiosa, etc.

Pero el resultado histórico de estas migraciones tan vastas y extendidas fue una: Roma fue destruida, perdió su unidad, se dejó paso a una pluralidad de territorios independientes que serían futuros estados europeos, las dos tradiciones que convivían en su seno se separaron: la latina y la griega. 

El imperio de Occidente roto en mil pedazos sin poder recuperarse veía a Oriente permanecer unido en torno a la brillante Constantinopla. Sin embargo Justiniano, emperador de Oriente, hizo de su vida una lucha continua por restaurar en su plenitud el Imperio de Roma, aunque esto no fue posible. Los reyes bárbaros habían erigido un poder tipo feudal que resistió todo tipo de intromisión de Oriente.


Posterior a la muerte de Justiniano aparece la figura del gran profeta Mahoma que había logrado unir tribus árabes y cohesionarlos bajo el empuje de una nueva y única religión: el Islamismo. El islam hizo de bandas de ladrones y mercaderes una comunidad de creyentes regida por una única ley: la verdad revelada por Dios y fueron concientizados para realizar su misión en la tierra, la guerra santa. 
Es así que a la muerte de Mahoma las tierras más ricas de Oriente se encontraban en manos del Islam. El mundo musulmán fue beneficiado por su ubicación territorial central, entre Oriente y Occidente, entre la India y China, Grecia y Roma, tuvo el privilegio de actuar como receptor y transmisor de los avances culturales entre ambos mundos. 
Pero tanta fastuosidad y apogeo de su cultura se daba dentro de una sociedad en la que religión y política marchaban conjuntamente, esto hace que las diferencias sociales y discrepancias internas terminen en disensiones políticas y encarnan pronto en herejías, siendo que lentamente la unidad islámica se rompe y deja paso al fanatismo.
Esta crisis política y religiosa islámica es aprovechada por Occidente en la batalla de Poitiers donde logran derrotar al ejército musulmán. 


El Reino Franco con ayuda de la Iglesia católica son la barrera de Europa contra el Islam. El papa León III corona a Carlomagno como emperador de los romanos y es a partir de allí donde se da la ruptura definitiva entre Oriente y Occidente. 


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