8 jun 2017

EL CUESTIONADO EUGENIO PACELLI.



Durante la segunda guerra mundial, se planeó y comenzó a ejecutarse en secreto un plan para exterminar a un pueblo entero; en otoño de 1941 todo quedaba dispuesto para algo sin precedentes en la historia: la esclavización sistemática, deportación y exterminio de todo un pueblo. Hitler decretó que todos los judíos alemanes llevarán la estrella amarilla, lo cual tenía un efecto devastador, estigmatizador y desmoralizador sobre los judíos, incluía a los judíos convertidos al cristianismo.
Las deportaciones comenzaron en marzo de 1942 y prosiguieron hasta 1944. Se diseñaron y dotaron de personal campos de la muerte en áreas apartadas de la antigua polonia (Auschwitz, Belzec, Chelmno entre otros).

Este plan de exterminio constituyó una prueba sin precedentes para la fe cristiana, religión basada en el amor que se concede a cada individuo, sin diferencias, igual respeto por ser todos hijos de dios, "Cristo está en todos y lo es todo"; sin embargo, debemos recordar que el cristianismo y en particular el catolicismo cuenta con una historia de antijudaísmo sobre bases religiosas, que no había mitigado en absoluto en el siglo XX, además el catolicismo siempre estuvo ligada al nacionalismo de derechas y fascismo que practicaban el antisemitismo por motivos raciales. 

Pero la gran pregunta que nos hacemos es ¿cómo actúo el papa de ese entonces (Pío XII) frente a la cuestión de la persecución, deportación y exterminio de los judíos?
Pues recordemos que la iglesia católica firmó un concordato con Hitler en 1933 y esto significaba que el vaticano otorga reconocimiento oficial al Estado Nacionalsocialista de Alemania, además Hitler acordó con Eugenio Pacelli (representante del vaticano) la retirada de los católicos de la escena política y social en los términos que el régimen nazi le impusiera. 
Esta abdicación del catolicismo político alemán , negociado e impuesto desde el vaticano por Pacelli con respaldo del papa Pío XI permitió que el nazismo pudiera asentarse sin encontrar la oposición de la más poderosa comunidad católica del mundo. 
Cuando Pacelli asume el papado como Pío XII en ningún momento tuvo la intención de protestar oficialmente contra la deportación y asesinato de los judíos, más bien le preocupaba que eso pudiera provocar un conflicto con la SS que beneficiaría únicamente a los comunistas. Es decir, la indiferencia del papa Pío XII por la muerte de miles de judíos era a consecuencia de querer mantener el statu quo de la ocupación nazi hasta el momento en que la ciudad pudiera ser liberada por los aliados, estaba dispuesto a tolerar y callar la muerte de un millar de judíos romanos para evitar las consecuencias de la toma de Roma por los comunistas. Pero es lamentable reconocer que esta indiferencia y silencio no solo era una cuestión diplomática sino era también un pasmoso silencio religioso y litúrgico. 

Terminada la guerra nunca hubo por su parte explicación convincente, ni petición de perdón ni acto de reparación hasta el día de hoy, ese silencio moral y espiritual frente a aquella atrocidad cometida en el corazón de la cristiandad permanece hasta hoy y concierne a todos los católicos, proclama la falta de solidaridad espiritual con los judíos, sobre todo cuando se predica que todos los hombres en la tierra son miembros del cuerpo místico de cristo, sin diferencia alguna.



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